En el año 1565, una caravana de asuncenos llegó a la ciudad de Santa Cruz de la Sierra de paso hacia La Plata (hoy Sucre), con el objetivo de hacer convalidar los nombramientos de sus autoridades por la Audiencia de Charcas. Sin embargo, su regreso a Asunción se vio empañado por una tragedia que marcaría la historia de la región. El gobernador de Santa Cruz, el Capitán Ñuflo de Chávez, decidió acompañar a la caravana de asuncenos en su camino de regreso. Durante el recorrido, llegaron a la tierra de los indios itatines, ubicada en las cercanías del río Paraguay. Fue allí donde ocurrió el trágico suceso que cambiaría el destino de Ñuflo de Chávez. En un encuentro con los indios itatines, Ñuflo de Chávez fue atacado y asesinado por esos aborígenes. Este suceso dejó una profunda huella en la historia de Santa Cruz, y se convirtió en un acontecimiento trágico que se recuerda hasta el día de hoy. La caravana de asuncenos continuó su camino hacia Asunción, pero sin su líder, quien había perdido la vida en aquel fatídico encuentro. El trágico regreso marcó un punto de inflexión en la historia de Santa Cruz, generando cambios en la dinámica política y social de la región. El sacrificio de Ñuflo de Chávez en defensa de la caravana de asuncenos y su trágico destino se convirtieron en parte de la memoria colectiva de Santa Cruz, recordándonos la valentía y los desafíos enfrentados por aquellos que exploraron y colonizaron estas tierras en tiempos pasados.