Enviado por el Capitán Ñuflo de Chávez, el conquistador Diego de Mendoza parte de la recién fundada Nueva Asunción hacia el pueblo del cacique chiriguano Vitupué, que se encuentra en la banda izquierda del río Guapay. Sin embargo, en su camino se sorprende al encontrarse con hombres blancos, quienes resultan ser parte del grupo liderado por Andrés Manso, beneficiario de esas tierras por mandato del virrey del Perú. El encuentro entre Diego de Mendoza y Andrés Manso genera una situación inesperada. Manso confirma su mandato y expresa su determinación de defender sus derechos a toda costa, incluso poniendo en juego su propia vida. Esta postura despierta la atención de Mendoza y resalta la importancia de las tierras y su control en la región. Ante esta situación, una nueva embajada amistosa, esta vez encabezada por el Capitán Herrando de Salazar, se dirige a Manso en busca de una resolución pacífica. Sin embargo, Manso mantiene la misma actitud firme y decidida en la defensa de sus derechos. Este encuentro entre Diego de Mendoza y Andrés Manso refleja los conflictos y tensiones que surgían en ese momento en relación con la posesión y control de las tierras. La presencia de hombres blancos y la defensa vehemente de Manso demuestran la importancia estratégica y económica de estas tierras en disputa. Este evento histórico resalta la complejidad de las relaciones entre los conquistadores españoles, los caciques indígenas y otros beneficiarios de tierras. También pone de manifiesto la resistencia y determinación de aquellos que defendían sus derechos y territorios en medio de la colonización.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *